Digamos que tocar la armónica es muy fácil, debido a que cualquiera que haya tenido una en sus manos y la haya soplado habrá observado que suena, y que no lo hace cacofónicamente, al contrario de lo que pasa si uno le da zarpazos aleatoriamente a un piano o una guitarra. Eso es debido a la distribución de las notas a lo largo del instrumento (hablaremos de eso después), y es la causa, además de ser un instrumento barato, de que sujetos como Bob Dylan, Bruce Springsteen, Van Morrison o, a nivel local, el ínclito Ramoncín, perpetrador del riff más inefable de todos los tiempos en su hit internacional "Litros de alcohol", hayan trascendido al público general como armonicistas, y la gente se crea que tocan bien...Lo realmente complicado, por tanto, no es tocar, sino tocar bien. Aprovechar convenientemente la versatilidad del instrumento, mucho mayor de lo que a priori se podría pensar, no es tarea sencilla, y requiere dedicación y esfuerzo (algo que parece que nuestros amigos de arriba no están muy dispuestos a desperdiciar, teniendo en cuenta el enorme gasto de energías que les produce componer sus poemas cantados -por decir algo-, ensalzar el American way of life y las virtudes de los maravillosos EEUU o participar en animadas e intelectuales tertulias televisivas tras años de micciones sobre las cabezas del público extasiado).¿Qué clases de armónicas existen?Las armónicas más conocidas y de uso más extendido son las llamadas diatónicas, también conocidas como "armónicas de blues". Tienen diez agujeros (aunque también las hay de doce o incluso catorce), cada uno con dos lengüetas, una para el sonido aspirado y otra para el soplado, y una afinación Richter o diatónica (ver afinaciones más adelante). Sin embargo, éstas no son sino la punta de un iceberg de armónicas que pueden no tener nada que ver con éstas salvo que suenan al vibrar una (o varias) lengüetas de metal. Hay armónicas cromáticas, octavadas, trémolo..., y continúan apareciendo nuevos tipos
miércoles, 21 de mayo de 2008
Es fácil tocar la Armonica?
Digamos que tocar la armónica es muy fácil, debido a que cualquiera que haya tenido una en sus manos y la haya soplado habrá observado que suena, y que no lo hace cacofónicamente, al contrario de lo que pasa si uno le da zarpazos aleatoriamente a un piano o una guitarra. Eso es debido a la distribución de las notas a lo largo del instrumento (hablaremos de eso después), y es la causa, además de ser un instrumento barato, de que sujetos como Bob Dylan, Bruce Springsteen, Van Morrison o, a nivel local, el ínclito Ramoncín, perpetrador del riff más inefable de todos los tiempos en su hit internacional "Litros de alcohol", hayan trascendido al público general como armonicistas, y la gente se crea que tocan bien...Lo realmente complicado, por tanto, no es tocar, sino tocar bien. Aprovechar convenientemente la versatilidad del instrumento, mucho mayor de lo que a priori se podría pensar, no es tarea sencilla, y requiere dedicación y esfuerzo (algo que parece que nuestros amigos de arriba no están muy dispuestos a desperdiciar, teniendo en cuenta el enorme gasto de energías que les produce componer sus poemas cantados -por decir algo-, ensalzar el American way of life y las virtudes de los maravillosos EEUU o participar en animadas e intelectuales tertulias televisivas tras años de micciones sobre las cabezas del público extasiado).¿Qué clases de armónicas existen?Las armónicas más conocidas y de uso más extendido son las llamadas diatónicas, también conocidas como "armónicas de blues". Tienen diez agujeros (aunque también las hay de doce o incluso catorce), cada uno con dos lengüetas, una para el sonido aspirado y otra para el soplado, y una afinación Richter o diatónica (ver afinaciones más adelante). Sin embargo, éstas no son sino la punta de un iceberg de armónicas que pueden no tener nada que ver con éstas salvo que suenan al vibrar una (o varias) lengüetas de metal. Hay armónicas cromáticas, octavadas, trémolo..., y continúan apareciendo nuevos tipos
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